lunes, 21 de junio de 2010

Mi nudo está mutando... se está volviendo de color rosa chicle, doble lazada y cada vez más parecido a una soga.

Definitivamente tengo demasiado tiempo para pensar...

domingo, 6 de junio de 2010

El abrechakras

Primer día de piscina después de un año. Estoy contenta porque he hecho 30 piscinas (ole, ole) pero siempre tengo la sensación de que lo raro me persigue.

Cuando estaba más o menos por la mitad de lo que quería hacer, entra un hombre con greñas, barba, un bañador que tenía pinta de calzoncillo reciclado y una especie de media por gorro. Para ser sinceros tenía pinta de mendigo, pero cuando se ha metido en el agua se me ha quitado esa idea. Se ha puesto a nadar en plan Phelps, dando volteretas al final de cada serie como todo un profesional. Acojonada me he quedado, yo que tengo que descansar cada dos piscinas porque todavia no sé controlar la respiración.

Cuando ya había acabado las piscinas que tenía pensado hacer, me paro y coincidía que tenía al nadador-profesional-sin-dinero-para-un-peluquero al lado.

- Qué reloj más chulo – dice mientras me coge la muñeca y se lo acerca.

Acento argentino, muy argentino. Y como buen argentino se ha puesto a regalarme la oreja: que él se dedicaba a nadar en el mar y que creía que yo lo hacía muy bien, que si quería ir a nadar con él. La pregunta es como se ha dado cuenta de mi grandísima habilidad en la natación, ignorada injustamente por la selección española: ¿cuándo casi me ahogo y he tenido que parar para no tragarme media piscina? ¿Cuándo me ha dado un tirón? ¿Cuándo le he dado sin querer un golpe a la chica que compartía carril conmigo?

- Es que yo me dedico a correr, y nadar, y abro chakras y hago sesiones de relajación. A ver, nena – dice mientras me coge la mano de nuevo - ¿Qué signo eres?
- Sagitario ^_^U
- Ah, un signo de fuego… -
comienza a seguirme las lineas de la mano con un dedo - ¿Qué enfermedad tuviste?
- Ein
- Sí, sí, una enfermedad has tenido, porque te lo veo aquí…
- ¿Perdona? O_O


Y me sigue hablando de los chakras y las vidas anteriores, de sus multiples deportes y de que me iba a abrir los chakras tocándome en ciertos sitios “aunque te toque donde te toque no tiene sentido sexual”.

Uou.

Después de diez minutos sin querer ser borde, se me hacía tarde para ir a trabajar así que me he despedido y he salido a hacer la última piscina con las gafas aún en la mano. Como no veía nada, porque iba con los ojos cerrados, he comenzado a desviarme y a darme golpes con las boyas, así que probablemente debe haber llegado a tres posibles conclusiones: que soy la inútil perfecta para cumplir su sueño de ahogar a alguien en el mar; que me ha descentrado tanto que iba como borracha; o que me ha abierto los chakras de solo un lado e iba como escorada.

En serio, ¿por qué me pasan siempre cosas extrañas?

jueves, 3 de junio de 2010

Los nudos

A veces deseas mucho algo o a alguien. Mucho, como cuando eras una niña y te daba una pataleta porque no te compraban tal o cual muñeco. ¡Yo lo quiero! ¡Lo quiero, y me da igual que no se pueda tener todo! ¡Que no lo tengan todo los demás!

Se pueden dar dos opciones en este caso. O bien entras en razón, maduras y te olvidas del asunto. O sigues obcecada, la cosa se enquista y se va internando en ti, convirtiéndose en un nudo sin resolver. A veces son nudos sin importancia. Nudos que el tiempo deshace por olvido. Otros se convierten en marañas que hacen trampas dentro de ti y acaban condicionando todos tus pensamientos porque, cuando te mueves, tiras de los hilos y la sensación de que el corazón te quiere saltar del pecho te recuerda que tienes aquello sin resolver.

A pesar de ser una insatisfacción, me invade una certeza: yo lo quiero, lo quiero y lo quiero. El tiempo intenta deshacer el nudo pero me resisto y lo vuelvo a enmarañar yo misma. Lo amaso, lo acaricio, le pongo nuevas caras, le doy nuevos sentidos, pero siempre es el nudo original, el de siempre, el que tira de mí. Y a veces, cuando creo que ya no está, ¡ay!, es entonces cuando da un tironcito que vuelve a rearmarlo todo y se convierte en el centro de nuevo.

Mi nudo tira de mí estos días como hacía años que no tiraba y en el fondo me encanta. Así que, cuando tengo los brazos hundidos hasta los codos para asegurarme de enredarlo de nuevo, lo hago a conciencia porque, tras tantos años juntos, si llegara a deshacerlo me sentiría vacía.